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CHAT CRISTIANO: BIENVENIDO AL CHAT CRISTIANO AQUI PODRA COMPARTIR CON OTROS HERMANOS EN CRISTO JESUS . REGLAS: -SE PROHIBE HABLAR GROSERIA,BLASFEMIAS,ETC “Cuidaré de ti” es lo nuevo de Alex Campos
Lucas III parte

Capítulo 19

19:1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 
19:2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 
19:3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 
19:4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 
19:5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 
19:6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 
19:7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 
19:8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 
19:9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 
19:10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
19:11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. 
19:12 Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. 
19:13 Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. 
19:14 Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 
19:15 Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 
19:16 Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 
19:17 El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. 
19:18 Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. 
19:19 Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 
19:20 Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; 
19:21 porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 
19:22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 
19:23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? 
19:24 Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 
19:25 Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. 
19:26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
19:27 Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.
19:28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 
19:29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 
19:30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 
19:31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
19:32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 
19:33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 
19:34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 
19:35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. 
19:36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. 
19:37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 
19:38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! 
19:39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 
19:40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
19:41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 
19:42 diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 
19:43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 
19:44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
19:45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 
19:46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
19:47 Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 
19:48 Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.
 

Capítulo 20

20:1 Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, 
20:2 y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad? 
20:3 Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: 
20:4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? 
20:5 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
20:6 Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. 
20:7 Y respondieron que no sabían de dónde fuese. 
20:8 Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.
20:9 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. 
20:10 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. 
20:11 Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. 
20:12 Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. 
20:13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto. 
20:14 Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. 
20:15 Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? 
20:16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros.Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! 
20:17 Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito:
La piedra que desecharon los edificadores 
Ha venido a ser cabeza del ángulo?
20:18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
20:19 Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo. 
20:20 Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. 
20:21 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. 
20:22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? 
20:23 Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? 
20:24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. 
20:25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 
20:26 Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.
20:27 Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron, 
20:28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.
20:29 Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 
20:30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 
20:31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 
20:32 Finalmente murió también la mujer. 
20:33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer? 
20:34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 
20:35 mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 
20:36 Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 
20:37 Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
20:38 Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.
20:39 Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 
20:40 Y no osaron preguntarle nada más.
20:41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 
20:42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: 
Dijo el Señor a mi Señor: 
Siéntate a mi diestra, 
20:43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
20:44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?
20:45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 
20:46 Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 
20:47 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación.
 

Capítulo 21

21:1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 
21:2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.
21:3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 
21:4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
21:5 Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 
21:6 En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.
21:7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? 
21:8 El entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. 
21:9 Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
21:10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; 
21:11 y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. 
21:12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. 
21:13 Y esto os será ocasión para dar testimonio. 
21:14 Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; 
21:15 porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.
21:16 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; 
21:17 y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. 
21:18 Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 
21:19 Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas. 
21:20 Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. 
21:21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. 
21:22 Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 
21:23 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. 
21:24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
21:25 Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 
21:26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 
21:27 Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. 
21:28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. 
21:29 También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 
21:30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
21:31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. 
21:32 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 
21:33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 
21:34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 
21:35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 
21:36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
21:37 Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos. 
21:38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo.
 

Capítulo 22

22:1 Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua.
22:2 Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo. 
22:3 Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; 
22:4 y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría. 
22:5 Ellos se alegraron, y convinieron en darle dinero. 
22:6 Y él se comprometió, y buscaba una oportunidad para entregárselo a espaldas del pueblo.
22:7 Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. 
22:8 Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos.
22:9 Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? 
22:10 El les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, 
22:11 y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 
22:12 Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí.
22:13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. 
22:14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 
22:15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 
22:16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.
22:17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 
22:18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.
22:19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 
22:20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. 
22:21 Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 
22:22 A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! 
22:23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto.
22:24 Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.
22:25 Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; 
22:26 mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.
22:27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.
22:28 Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. 
22:29 Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 
22:30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.
22:31 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 
22:32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos
22:33 El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. 
22:34 Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. 
22:35 Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. 
22:36 Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. 
22:37 Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento.
22:38 Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta.
22:39 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 
22:40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
22:41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 
22:42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
22:43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 
22:44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. 
22:45 Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 
22:46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.
22:47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 
22:48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 
22:49 Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 
22:50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 
22:51 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó. 
22:52 Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? 
22:53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas.
22:54 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 
22:55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. 
22:56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. 
22:57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 
22:58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. 
22:59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. 
22:60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. 
22:61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 
22:62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.
22:63 Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban; 
22:64 y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó? 
22:65 Y decían otras muchas cosas injuriándole.
22:66 Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo: 
22:67 ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 
22:68 y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. 
22:69 Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. 
22:70 Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy.
22:71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.

Capítulo 23

23:1 Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato. 
23:2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey. 
23:3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices. 
23:4 Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. 
23:5 Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
23:6 Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. 
23:7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén. 
23:8 Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. 
23:9 Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. 
23:10 Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. 
23:11 Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato. 
23:12 Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.
23:13 Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, 
23:14 les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. 
23:15 Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. 
23:16 Le soltaré, pues, después de castigarle. 
23:17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. 
23:18 Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! 
23:19 Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. 
23:20 Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; 
23:21 pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! 
23:22 El les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. 
23:23 Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. 
23:24 Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; 
23:25 y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
23:26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. 
23:27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. 
23:28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. 
23:29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. 
23:30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.
23:31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará? 
23:32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 
23:33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 
23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
23:35 Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. 
23:36 Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 
23:37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 
23:38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. 
23:39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 
23:40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 
23:41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 
23:42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 
23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. 
23:44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 
23:45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. 
23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. 
23:47 Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. 
23:48 Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. 
23:49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
23:50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. 
23:51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, 
23:52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
23:53 Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. 
23:54 Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. 
23:55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. 
23:56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.

Capítulo 24

24:1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. 
24:2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; 
24:3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 
24:4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; 
24:5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 
24:6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, 
24:7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
24:8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, 
24:9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 
24:10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. 
24:11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. 
24:12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
24:13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios  de Jerusalén. 
24:14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. 
24:15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. 
24:16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. 
24:17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? 
24:18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 
24:19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 
24:20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. 
24:21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. 
24:22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; 
24:23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. 
24:24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. 
24:25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 
24:26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 
24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. 
24:28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 
24:29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 
24:30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 
24:31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 
24:32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? 
24:33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 
24:34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 
24:35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
24:36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. 
24:37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. 
24:38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? 
24:39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
24:40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. 
24:41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
24:42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. 
24:43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos. 
24:44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
24:45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 
24:46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
24:47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 
24:48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 
24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
24:50 Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. 
24:51 Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.
24:52 Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; 
24:53 y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.

 
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